sábado, 17 de septiembre de 2016

El ultimo de la fila

En ocasiones, con periodicidad quincenal, dejo mi habitual dualidad  "madre- médico", que establece mi zona de confort , para pasar a ser simple y llanamente " el último de la fila". 
No es que me transforme en Manolo García o Quimi Portet que deleitaron los oídos de una generación con canciones singulares y ritmos originales: simplemente, soy paciente. Y esto me permite ver la otra cara de una luna sanitaria tan desconocida como educativa que sería imprescindible visitar. La posición de espera activa en una silla cualquiera no es un único acto de quitarse la bata sino descender a los infiernos del ser paciente, arrinconando tu poco o mucho saber en la difuminada realidad de un número en pantalla y ponerte en manos de otro ; eso sí, como paciente un poco más" emponderado" que la media.

Se lo aconsejaría a todo médico en ejercicio, da igual la especialidad, unos 10 minutos a la semana, como parte de una nueva competencia a adquirir: sentirse paciente, enfermo, con miedos y dolores ;con la perplejidad de asistir a la vorágine sanitaria de un pasillo de consultas, chascarrillos y puertas medio abiertas que  nos descubren la superficialidad de un mundo sanitario inmaduro.
Esperas, retrasos y citas paralelas que no siempre se entienden porque no siempre se explican.Sin consideración ni cuidado, salimos, entramos, subimos o bajamos sin tener en cuenta que el que te espera también tiene una vida con rigor horario. Nuestro tiempo  dentro de una bata discurre paralelo al tiempo de fuera de ella.

 Quizá sigamos pensando de modo inconsciente que la bata confiere un poder superior a la hora de administrar el tiempo  pero realmente es tan solo un "disfraz " que nos señala como parte de una profesión y nos convierte en referente. No en un referente social de poder y prestigio sino - y fundamentalmente- para el hombre o mujer que desde una silla, expectante y con la natural incertidumbre de sentir que su salud está puesta en juego, siente que su vida está en manos de otro. Este "otro" es un ser humano finito, limitado, con sus virtudes ,defectos y sólida formación científica que debe ser consciente de su papel y responsable en su actitud, comentarios, retrasos , interrupciones y gestión de agenda.

Hemos hecho al paciente parte activa del sistema sanitario pero le exigimos que no se queje, que no proteste y ,desde luego, que no nos pida explicaciones. El final del paternalismo sanitario es una pose irreal que muchos adoptamos por aprendizaje, ósmosis, transmisión y opción activa.
Sentémonos diez minutos a la semana, en cualquier pasillo, despojándonos de nuestra identidad para transformarnos en un número de una lista cualquiera, de una agenda aleatoria, para adquirir nuevas y necesarias competencias. Para mejorar la calidad de la atención  a nuestros pacientes nada mejor que sentirse, de vez en cuando, “ el último de la fila”.



                            







lunes, 12 de septiembre de 2016

Los 6000 y "pico" elegidos

"Los mismos hombres
las mismas guerras,
los mismos tiranos
las mismas cadenas 
los mismos esclavos
las mismas protestas"

León Felipe.

Este magnífico poema describe lo que vengo oyendo en mis 25 años de profesión. Siempre los "viejos" lo hacen mal -por sus carencias de formación- y los "nuevos" también porque su formación está mal orientada. Es decir, los médicos pre-MIR no tienen derecho, como el enemigo, ni a agua y los médicos con formación vía MIR -únicamente  por el mero hecho de serlo- deben estar imbuidos de una ciencia médica preclara pero "mal orientada" en cuanto a su fin, dicen.

Lo digo porque algún avezado podría deducir del último post de Sergio Minué que los médicos de más de 50 años- que alguno hay- que no accedieron a la formación vía MIR- porque no la necesitaban para ejercer, cuestion decisiva e  importante- son todos unos zopencos; que su lugar en la bolsa sólo lo da el tiempo transcurrido y que, en ese intermedio, han estado" tocado el arpa" en cuanto a formación médica continuada  se refiere.
Por otro lado, los residentes, los “6000 y pico” elegidos de cada año, sólo por haber superado un examen pueden mirar por encima del hombro a cualquier compañero con el que se crucen en su vida profesional y que no sea  su tutor, los amigos de éste o los profesionales del hospital con los que establecido "feeling" en los rotatorios, criterio que muchas más veces de las deseables determina el criterio con el que sesgan en su juicio  al resto de profesionales con los que conviven.



En España no se mide o se mide mal. Quizá, para ser exactos, se miden "items" muchas veces innecesarios, superfluos y perfectamente  prescindibles lo cual desvirtúa la medida. ¿De verdad alguien cree que todos los residentes tienen un magnifico aprovechamiento de sus rotatorios y de su residencia, así en general?, ¿Alguien se atreve a suspender un rotatorio?, ¿alguien se atreve a suspender alguna residencia? La respuesta es no -salvo honrosísimas excepciones- y sin embargo, hay casos en que debería hacerse y nadie le pone el cascabel al gato.
Sacar plaza para formarse en una “oposición” como el MIR no les convierte en sabios de golpe si no ponen ellos diariamente de su parte. Como tampoco tener un alto número en la bolsa de trabajo es algo de qué avergonzarse como norma, pues no siempre es  cuestión de enchufe ni sólo de tiempo pasado mirando al cielo,  contando nubes o no.

No todo es generalizable ni en un sentido ni en otro. Además de esto, se crea una desconfianza entre pares de difícil explicación y que repercute –aun no debiendo ser así- en el paciente.

Simplemente era una aclaración –necesaria- por si alguien pensó que la formación solo es excelsa si se hace por una vía; que la precariedad solo se ceba con los mejor formados y que es un problema solo de las nuevas generaciones. La solución está en nuestras manos pero en las de todos: en las de los que tienen plaza en propiedad y se han acomodado y los de los que n ola tienen y en su deseo de tenerla, pierden la objetividad y el juicio.
Los primeros deberían poder perder esa plaza si no demuestran una formación continuada de calidad y los segundos tener mayores facilidades para acceder a la tan deseada plaza.

La solución quizá esté en que estas plazas no sean vitalicias y que se deban mantener día a día siendo evaluados “todos sus ocupantes” con criterios de calidad, eficiencia, eficacia y excelencia médica justos y sensatos.


                                       Resultado de imagen de la justicia imagen


Y no vale pasarse de un bando a otro mediando solo la titularidad.
(quizá sea esto lo que la Justicia no quier ver por lo que venda sus ojos...)

domingo, 11 de septiembre de 2016

¿Cuantos justos necesita la Atención primaria ?

Tras leer el magnífico artículo  de @sminue en su Gerente de Mediado de hoy (http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2016/09/no-hay-futuro.html#comment-form)
me ha venido a la cabeza, ignoro por qué camino neuronal insospechado , una cita del libro del Génesis (18:20-22) que siempre me da que pensar cuando la oigo pues parecería que mostrara la injusticia de un Dios al que proclaman clemente.

En este pasaje Abraham le pregunta a Jehová por el futuro de una ciudad, Sodoma- máxima expresión de inmoralidad, siempre en el contexto del génesis - y se interesa por cuántos justos son necesarios para que no deje caer la lluvia de fuego sobre la ciudad acabando con sus moradores. Primero son cincuenta y acaban siendo diez  el numero de personas justas que podrían salvar al resto; claramente no es número sino la calidad lo que determinará la acción de la salvación.

Haciendo un símil rápido y quizá simple me pregunto, ¿cuántos médicos de familia implicados, trabajadores, ejemplares, hacen falta para " salvar la atención primaria "?, ¿qué número determinaría la "masa crítica" de justos y honrados profesionales que impidan que la lluvia de fuego - mala gestión político-sanitaria- acabe con la atención diaria a millones de pacientes?

Su número sigue siendo un misterio pero para contarlos deberemos saber qué requisitos necesitamos. Los justos lo serán si:

- Diferencian en ellos la decepción del hartazgo: el primero se vive de modo activo y el segundo, no.
- Transitan por la profesión sin transmitir el desánimo como aliento.
- No trabajan en función de la remuneración recibida  o de la propiedad de la plaza. 
-Consideran al nuevo, "al sustituto", uno más con sus mismos derechos
- Desterraron de su vocabulario el "saca plaza y échate a dormir"
- Consideran el trabajo diario como una oportunidad de plantear mejoras y realizarlas (sin esperar noticias y aprobación de un "gerente sin corazón")
-Impregnan de ética cada pequeño detalle  asistencial. No hace falta verse inmerso en grandes dilemas sino saber posicionarse con valentía y decisión.
- Son capaces de cambiar de modo activo el " siempre se ha hecho asi" por un "analicemos los posibles cambios", sin despeinarse.
- Siguen estudiando y formándose porque consideran que les queda mucho que aprender.
-Plantean con fuerza, seriedad y sensatez a la Administración criterios de selección objetivos y transparentes (@sminue dixit) que conduzcan a la elección de los mejores.
-Que sean capaces de evitar la desidia, el cansancio, la rutina y el tedio...

Esta es la línea trazada en la arena que no debemos cruzar; lo dejaremos aquí o nos quedaremos sin "justos". Dicho de otro modo, muy gráfico por cierto, @fraveira hoy sentencia en TW: "Para un cantante de metal no hay nada peor que descubrir que los agudos de hace dos años, por dejadez e inactividad, son ahora imposibles”.

Conclusión: el número de "justos" nos lo dará el número de aquellos dispuestos a luchar en contra de dejadez y la inactividad, manteniendo la ilusión por la profesión y al paciente en el centro.Total...que no encuentro un número claro pero si las características que deben tener. 
Espero que encontremos un número suficiente como para que las gerencias decidan no intervenir.




Nota: De aquí viene la expresión "pagaran justos por pecadores " en una versión libre.

“¿Destruirás también al justo con el impío?” (v. 23). Abraham valientemente presenta un dilema ético. Raras veces existe un lugar tan completamente malo que no incluya ningún justo entre ellos. Si existen personas justas en Sodoma y Gomorra, ¿puede Dios justificar imponerles el mismo castigo a ellos que a los malos? En la guerra esto se llama “daño colateral” y la idea nos repugna. En la guerra, algún daño colateral puede ser inevitable – al fin y al cabo, guerras son peleadas por humanos imperfectos – pero Dios no es imperfecto y ha de llegar a un estándar más alto. Abraham, en su preocupación por Lot y su familia (y otros justos que pueden vivir en estas ciudades) presenta una cuestión ética. Quizá la posibilidad de hacer daño a los inocentes puede hacer que Dios cambie sus planes.... (http://www.lectionary.org/EXEG-Spanish/OT/01-Gen/Gen_18.20-32.htm)

“Quizá hay cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por cincuenta justos que estén dentro de él?” (v. 24). Aquí, Abraham actúa como abogado defensor. Presenta el dilema ético y lo especifica. Escoge un número – en este caso cincuenta – y le pregunta a Dios si no perdonará las ciudades por el bien de cincuenta justos. Al sacar el tema de los cincuenta justos, dibuja una línea en la arena. ¿Cruzará Dios esa línea y llevará a cabo la injusticia de destruir los cincuenta justos? ¿No perdonará la ciudad por el bien de los cincuenta?