jueves, 31 de julio de 2014

Corazón blanco, corazón negro ( Carta abierta a Pilar Manjon)

Querida Pilar:

Quizá nunca leas estas letras porque te han cerrado la cuenta en Twitter.
Quizá alguien más que yo se ha quedado perplejo al leer tus declaraciones y ha considerado que son ofensivas. Llevo todo el día dándole vueltas sin dar crédito a lo que leo.

Quizá te duele -como nos duele a muchos- la tragedia de Gaza, la muerte sinsentido de sus niños pero también de sus mujeres y sus hombres;esto-solo-no es motivo para engendrar odio aún suponiendo que existiera alguna razón que lo justificara.
Tampoco para insultar y mucho menos expresándolo del modo en que lo haces.
Si lo es para buscar soluciones que permitan seguir viviendo en paz a las gentes de cualquier color de piel en cualquier lugar de la tierra.

Odiar no engendra nada bueno pues emponzoña cualquier sentimiento que brota del corazón.
De un corazón negro o de un corazón blanco, lo mismo da, corazón al fin.
El color de la tez no determina a un hombre ni a una mujer o no debería hacerlo.
Tampoco el matrimonio: con quién estés casado no es motivo de insulto ni de recriminación.
Si nos duele la sangre de Gaza también debe dolernos el secuestro de vidas, de futuros y sonrisas.Aunque éstas sean de niñas cristianas( aunque las hay también de otras confesiones ...)
El dolor por ambos debe respetarse por igual pues no hay dolores de primera o de segunda; corazón doliente sólo hay uno.

Creo que la brújula de la cordura se ha dejado llevar por el viento y se ha quedado mirando a donde no debía y, presa de la desorientación, has realizado  unas declaraciones ofensivas y racistas.
Que alguien haga algo mal no nos da derecho a faltarle al respeto pero si a disentir de sus opiniones desde la educación, la sensatez y la tolerancia.

Los corazones no tienen color ni el compromiso vital con una persona hace extensiva la culpa.
El odio es un sentimiento a desterrar por el daño que hace y el posicionamiento personal con una causa no debe ser motivo de insulto.

Lo que habrá que meditar es si a partir de hoy, con los sentimientos que expresas y el modo en el que lo haces, deberías seguir representando a alguien distinto de ti misma.
Si yo fuera víctima, me lo pensaría.



domingo, 27 de julio de 2014

Bombardeo "profesional".


Barrios enteros destrozados, hormigón y metales retorcidos, polvo y desolación devastadora...; es lo que queda tras el bombardeo.El de hoy, el de ayer, el de hace un rato: sin tregua ni sosiego.
El valor de las personas y las cosas lo da el hecho de poder sobrevivir a la tragedia.

Mientras la imágenes grises, tristes y cubiertas del polvo, sin esperanza y sin futuro, se colaban sín permiso en mi cerebro, éste reacciono de un modo imprevisible.
Sentí que mi mundo profesional se iba desmoronando y adquiría el tono gris y polvoriento de la imagen.

Concebí mi trabajo centrado en el enfermo y en hacer que su salúd mejore un poco; tratar, paliar, acompañar, coger la mano, compartir la tristeza de unos ojos anegados en llanto al saber de su futuro incierto.
Ayudar a decidir mientras se informa.
Escuchar con interés las voces, los silencios y los miedos .
Saber cual es tu papel y dónde acaba...

Sin embargo....todo esto,¿a quién le importa?.Es más...¿qué valor tiene?
¿Alguien, alguna vez, se ha encargado de medirlo, de valorar si tiene trascendencia y cuanta?
Lo anterior no se basa en la evidencia, en protocolos, en guías ni algoritmos.
Es algo más interno y trascendente que se está derrumbando.

Medimos "costes-beneficios", acuerdos de gestión- por objetivos-, adherencia a planes programados donde la contención del gasto es lo primero....; apretamos las tuercas una vez, otra y otra más sin pensar  que no somos metálicos y, en cada giro, hay algo que se rompe.

No sé si a alguien le interesa mantener la motivación y la esperanza bajo llave, la ilusión aplastada por una burocracia estéril o el trabajo bien hecho sepultado por unas condiciones de trabajo - en muchos casos- poco dignas ...
Dejar, por comodidad, que la costumbre o la inercia minimicen  la visión ética de nuestro trabajo no es un buen camino sino un atajo.


Hay mil modos  y maneras de trabajar por  la salud de los pacientes.
Distintas y todas necesarias. Variadas y de igual importancia.
Las presiones, el cansancio, el poco reconocimiento a la labor realizada y la falta de análisis y autocrítica se están cobrando muchas vidas profesionales  que pierden el color y el brillo.

Cuando algo "rompe por dentro" la ilusión por tu trabajo todo queda arrasado igual que esas imágenes  de guerra que no por lejanas son menos dolorosas .
En ambos casos, la reconstrucción se torna muy difícil sin cicatrices.
No digo imposible pero si difícil.

Medito si ha llegado la hora de colgar la bata- y no sólo en el perchero-.