jueves, 5 de julio de 2018

Silencio, una sombra, una silla y un rincón para pensar


Una brillante noche de luna  llena me di cuenta, de repente, de que estaba malgastando mi vida.
Mi presente. Ese que es mi ahora y mi regalo. Las dos acepciones sirven. El aquí y ahora que me regala, cada día, la oportunidad de elegir : llorar o reír, avanzar o retroceder, explosionar hacia el mundo o retarerme de él..
Quizá, simplemente, estaba cansada.
Y quizá, también, era tiempo de retirarme.
De evitar  complicaciones en lo fácil,  burocracias absurdas en la gestión del tiempo, de perder la vida en ganar eficacia, eficiencia o reconocimiento y dejar lo esencial para más tarde. De vivir -eso que llamamos trabajo- con una insustancial ligereza frente al semejante que sufre.
Y sabiendo que éste lo hace en primera persona con un sufrimiento difícil de cuantificar. No se mide bien la angustia, el desarraigo, la soledad ,la discriminacion o el rechazo. Algo no estamos haciendo bien.

Valorar y ayudar en mañanas de “40 en fila” no parece buena opción.
Todos estamos cansados .Ellos de esperar y nosotros de no tener tiempo…Tiempo de que nos expliquen sus vida, sus miedos o su desolación ; preocupaciones reales o imaginarias que  acechan de sol a sol…
No se si es solamente la falta  de tiempo lo que produce este desajuste, sospecho que no ;lo que si sé es que el paciente es lo primero y nuestra razón de existir profesional.
Como también que un estado de insatisfacción permanente y de queja constante no nos ayuda a trabajar mejor.

Estamos en un momento de profundo cambio que debemos aprovechar para plantearnos nuevos retos desde nuestra visión de los problemas, después de mucho pensar...
Cada uno tienen la opción de cambiar su entorno más inmediato.Una buena suma de entornos ,hará  posible una mejora mas global.
Silencio, una sombra, una silla y un rincón para pensar quizá haga nuestra vuelta más prudente, más sensata y más leal.
Con nosotros mismos, con el paciente y con el sistema, que somos  todos en general 
Dediquemos, en vacaciones, un ratito a meditar.



Pd La vida  laboral- la nuestra al menos -es compleja de vivir y difícil de gestionar.
¿Quien soy yo para juzgar? .¿Me miente? ¿ lo intenta?¿lo consigue o simplemente me dice la descarnada verdad? .Este sistema sanitario no funciona como debiera y a nadie  parece Importar. 

jueves, 8 de marzo de 2018

No quiero ser.


No quiero ser como un hombre. Desde luego, como ninguno concreto ni como generalización.
Tampoco como una mujer concreta que alguien decide que es lo a lo que debo aspirar. Quiero ser yo misma y poder desarrollarme como persona en mis circunstancias concretas.
No quiero adoptara clichés masculinos ni roles femeninos preestablecidos: quiero labrar mi propio camino y, en él, quiero ser igual y libre.
Igual que cualquier otro ser humano, pero mirándolos a todos, no solo a los que tengo por encima; a los que son -o nos venden- como superiores por su dinero, poder o ambas cosas.

Quiero que se respete mi dignidad, mis ideas y mi capacidad de discrepar.
Poder tomar la iniciativa y que crear otra realidad distinta de la que existe, no sea imposible.
Hay sitio para todos independientemente de su género.
Lo que tengo, y a lo que aspiro, debe ser por valía personal no por el género que tenga.
Si mi capacidad no es la adecuada no quiero que nadie me regale un sitio sino asumir que en esa igualdad cabe, también, la diferencia de capacidad.
No todos somos iguales, pero si tenemos la misma dignidad y los mismos derechos.


Hoy quiero que no me encuadren, que no me condicionen y que no decidan por mi (ni hombres ni mujeres).Me gustaría que hoy se reconociera, en positivo, aquellos papeles que hoy en día hacen mayoritariamente las mujeres – cuidadoras principales de niños, ancianos y personas con capacidad diferente- como un orgullo nacional y no como una lucha contra el hombre.
Que hagamos entender que son tareas de todos sin establecer una lucha frontal sino con el convencimiento de extender los valores femeninos- en cuanto a cómo afrontamos el trabajo anteponiendo cuestiones de dignidad personal y ayuda a otros -.
Nos mejoraría a todos como sociedad.

Hemos recorrido mucho pero quizá no tanto como creemos. Adquirir “posturas de hombre” para ascender y mejorar en el salario, nos deja cojas de humanidad. Ellos deberían querer lo mismo y me consta que hay quien no solo lo entiende, sino que lo hace.
¿Son los menos? No lo sé, pero no deberían serlo


No es ayudar, es compartir.
No hay trabajos de mujeres o de hombres: depende de la capacidad de cada uno como profesional. Cuidar a los tuyos (o a los que lo necesitan de algún modo) no es una cuestión de género sino de humanidad.
Debemos luchas por una sociedad más digna, igualitaria, solidaria…Y debemos mirar y reconocer el trabajo de tantas mujeres que han sido pioneras, como un ejemplo a seguir, a aplaudir, a extender.
Esto no es una guerra.No es una contienda hombre/mujer.

Es aprender a ser mejor persona y debemos mirarnos en alguna de ellas que nos llevan la delantera y que deben considerarse como ejemplo a seguir.

Con esto, por hoy, debería bastarnos.

Y mañana, a seguir intentando tener como modelo a mujeres que supieron hacer primero aquellas tareas que las hacen grandes no por su salario sino por su implicación en conseguir un mundo y una sociedad mejor para todos.


domingo, 11 de febrero de 2018

Tensando la cuerda

Cansancio. Hastío. Agotamiento.
Estas tres palabras puede definir la situación personal de miles de médicos españoles este fin de semana. Y es triste. Me produce una pena infinita.

Unos, tras seis años de carrera, -que quizá debería analizarse si no debe cambiar en su modelo de concepcion en la transmisión del saber médico- deben demostrar que son aptos para” aprender a trabajar”. Sumen a esto dos años mas de preparación de oposición- en el mejor de los casos- y verán cómo llegan nuestros médicos junior a una oposición que determina cuál será tu especialidad según la nota que saques , tengas o no las aptitudes y actitudes necesarias para dicha formación. Con el sombrero de Harry Potter elegiríamos mejor.

Claro que los médicos seniors no están mejor: oposiciones con plazas mermadas que obligan a nuestros facultativos a estudiar como leones después de largas y densas jornadas de trabajo, desde hace meses, sobreviviendo al colapso y a la incomprensión .
Y esto tras retrasos, impugnaciones, y otra situaciones varias que hacer que vivir opositando sea una realidad.

Las familias, los pacientes y su propia salud, se resiente. Lo que veo a mi alrededor da miedo.
Agotados, extenuados, con un futuro incierto tras años de trabajo y dedicación. Sin esperanza, sin ánimo y sin consuelo. Así, llegan nuestros facultativos a las oposiciones de hoy y de ayer.

Mañana seguirán con sus consultas, sin descanso, sin remedio, sin parar.
Y les exigiremos que no fallen, que no se equivoquen, que no lleven retraso y ,además, que sean empáticos y que sonrían. No se puede pedir más.


En mi condición de agente doble (médico y paciente a la vez)no dejo de percibir con creciente preocupación la situación en la que estamos inmersos y en la que que ,seguro, seguiremos de no cambiar algún hecho estructural.

- ¿No será mejor consolidar en el empleo al que lleva años ejerciéndolo?
- ¿No será más barato y más rentable conceder la plaza al que la ostenta desde hace años con otro sistema que no sea una oposición?
- ¿Debemos sobrecargas a los maltrechos facultativos con más estudio sin disminuir l a presión asistencial?
- ¿Hasta donde podremos aguantar? listas de espera, sustituciones que no se cubren, cupos dobles o triples a los que atender,urgencias colapsadas...


Con esto, y a pesar de ello, seguimos siendo la mejor sanidad del mundo,dicen.
No se engañen : lo somos por ellos/nosotros ; porque la dedicación y el esfuerzo diario de los médicos españoles no cabe en en artículo ,un tratado o en una colección. También hay excepciones ,no digo que no.
Pero sería necesario que alguien reconozca el mérito que tienen y su dedicación.
La solución a una vida laboral precaria no puede ser otra oposición.
No se puede tensar la cuerda más.
Es preciso que lo recuerde aquel del que dependa.
Antes de que sea tarde y la cuerda se rompa. Estamos al límite.