martes, 23 de septiembre de 2014

El último ...¿decente?

Leo, sorprendida, la noticia de la dimisión de Alberto Ruiz Gallardon .
La dimisión de un político Español es, en si mismo, noticia.
No que le separen o retiren del cargo, no: que dimita solo.
No está imputado ni encausado; nadie lo echa.
Devuelve el escaño por voluntad propia  y no se queda en él considerándolo suyo.
Vive en primera persona la traición de los que un día fueron sus compañeros; aquellos que, entre risas , reconocen  hoy que no  entienden su dimisión.
 Quizá sea que no tienen ni capacidad de reflexión ni capacidad de asombro...;quizá, incluso, no tengan ninguna capacidad reconocida .

Sale de un gobierno alguien con una vida profesional a la que volver cuando la política - ese concepto teórico de buscar el bien del semejante a través del uso de los mecanismos de poder establecidos-se termine.

 Lo hace -según dice- por coherencia a la palabra dada, a la palabra escrita.
Aquella que se escribió quizá de tirón y, según se ve, sin meditar del todo ni con voluntad de cumplirse.
Sin que nadie lo pidiera ni nadie les obligará escribieron frases que contentaron a muchos y sorprendieron a otros.Siempre hablando de principios y recurriendo a la honradez.

La palabra es la palabra.
Cuando se da uno se compromete a cumplirla y sino no haberlo hecho.
Nadie te obliga a elegir que es lo que prometes defender.
Sin embargo, la responsabilidad con el compromiso adquirido va más allá de lo estrictamente personal. Uno debe entender que aquello que se ofrece, comprando voluntades, debe cumplirse.
No se puede insultar a la inteligencia e integridad moral canjeando principios por un puñados de votos.
No hablamos de un mercado, ni de un banco de pruebas ni de un experimento social.

Es simple y llanamente una mentira.
Se escribe para incumplir y se legisla para contentar.
Me gustaría saber- en este caso- por qué se incumple lo escrito y a quién se contenta.

Lo que si está claro es que debiera ser éste un punto de inflexión donde se le pidiera cuentas al que manda acerca de qué hizo con lo que se le dió- me refiero a votos y no a otra cosa...)

La coherencia es signo de madurez.
Ser coherente es marcharte cuando la mentira se instala en el modo de proceder.
O mientes y te quedas o eres fiel a tus principios (al menos a aquellos que te queden ) y te vas.
Y si te vas lo haces del todo.

Llegados a este punto, se agradece un poco de aire fresco ante tanta "podredumbre estructural".
El  ya "ex-ministro" dormirá a partir de hoy con la conciencia tranquila.
El resto de la derecha española, aún perpleja, debe meditar a conciencia qué hacer a partir de aquí.


Todo un reto que no ha hecho más que empezar.


Pd. "Bien, señores, estamos solos. Por mi parte, encuentro la situación en extremo estimulante."
        (W.Churchill)

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