viernes, 15 de agosto de 2014

Un amor que lo descongela todo

Tener vacaciones, sobrinos de distintas edades, una tarde con nubes y tiempo libre es una combinación perfecta para meditar.
Oír las explicaciones, las preguntas o ambas, de los más pequeños te acerca a la esencia del "preguntarse del hombre" que a veces por cobardía, por dejadez, falta de costumbre y falta de tiempo - o una mezcla de todas ellas- vamos pediendo poco a poco.

Veíamos  Frozen (película de la factoría Disney) desconocida para mi porque mis hijos en el momento del estreno, no estaban en edad de dibujitos.A algo me récordaba, había algo que me era familiar...tanto que no pude resitir y busqué el argumento.
¡Claro, eso era!. Estaba basada en un cuento danés de Hans Christian Andersen ,"la Reina de las Nieves", de aquellos que leíamos, en las mismas tardes de verano grises, cuando la tecnología no había arrasado nuestras vidas hasta desterrar algunos de los hábitos más básicos y enriquecedores como la lectura.

"Sólo un acto de amor verdadero es capaz de descongelar los corazones..."decía una de las protagonistas.
Y en ese momento, como una tormenta de ideas, me vinieron - como en tromba - las noticias vividas ya, de tanto oirse, como propias: el traslado de Miguel Pajares afectado de Ebola y los miles de comentarios sensatos, insensatos. medidos, grandilocuentes, superlativos  y un sinfín de calificativos más que obviando lo esencial (un misionero español que se infecta de una enfermedad incurable por estar al lado de los más débiles y enfermos sabiendo que se juega la vida) se enzarzan  en cuánto cuesta, quién lo paga, las vicisitudes del traslado (véase chascarrillos varios sobre "la bolsa negra de la espalda "de uno de los sanitarios que lo acompañan en el transporte) y lo conveniente o no de ser recibido en un hospital concreto...

Las matanzas de la franja de Gaza, la llegada de miles de inmigrantes en pateras o saltando vallas, el secuestro de niñas- mujeres por Boko Haram( hoy se conoce,también, que de hombres y niños), la violencia de género más cercana a nosotros que ha segado 35 vidas y sus ilusiones en lo que va de año, por todo lo largo y ancho de la piel de toro, dejando a ésta ensangrentada y perpleja...

Claramente la sociedad, y cada uno  de nosotros como integrante de la misma, tenemos el corazón congelado como en el cuento y en la película que hace las delicias de mis sobrinos porque tiene un final feliz.
¿Seremos capaces de dar a los  problemas un final feliz?,¿seremos capaces de ver que existen y que precisan de una respuesta mucho mejor o cuando menos distinta que la que se les esta dando?.¿Nos planteamos que no por estar lejos de nosotros -éstos y otros tantos temas-nos son ajenos?.

No aspiro a tanto pues en muchos casos las soluciones son complejas y lejanas pero sí a que meditemos sobre ello ;quizá  este rato de introspección activa haga que un mínimo rayo de sol se filtre por nuestras entrañas y derrita, aunque sea un poco, nuestro corazón congelado y enfermo.

Si la  sociedad la conformamos la suma de sus integrantes permítanme que considere que un corazón global precise de la suma de intenciones y afectos de cada  corazón particular; del tuyo, del mío, del de un niño que se empieza a plantear la vida a través de lo que le suscita- en su mini corazón aún brillante y noble- una película.

"La gente que no sabe controlar sus "poderes"debería hacer como la princesa Elsa : recluirse para no helar los corazones de los otros"... 
Quizá no en una torre o en castillo sin llave pero si en el silencio que permite hablar a la reflexión, la cordura y la sensatez de aquellos que aún tienen un atisbo de luz y calor en el centro mismo de su vida.

                                              

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