En El Principito de Saint-Exupery cuando el zorro le manda a ver las
rosas le promete un regalo: revelarle su secreto. “Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es
invisible para los ojos”.
Estamos acostumbrados
a no mirar más allá de la primera imagen, de lo obvio o lo que se percibe en un
primer golpe de vista. Sin embargo, es en lo invisible donde se halla la
esencia de las cosas, de las personas, de las profesiones.
Hoy primer dia del
año hay motivo para la esperanza. Pero la Esperanza con mayúsculas; la profesión
no está perdida sino solo desorientada. En algunos momentos diríase que perdió el
norte y quizá cueste recuperarlo. Ahora bien: es en los momentos duros donde lo
invisible aflora y te reconforta.
Los días 31 de
diciembre son días de balance; de fiestas, de cenas, de baile, de uvas y
abrazos con los mejores deseos. En medio de la algarabía del cambio de año, con
las promesas de nuevos rumbos, nuevas metas y nuevas dietas, hay profesionales que
permiten que el resto de los mortales -sanos o enfermos- despida el año con despreocupación.
Se ocupan de la salud del otro como en un dia más sacrificando el descanso o la
vida familiar. Es una de las servidumbres de la profesión y como tal, se asume.
Y se asume sin rechistar.
Ocasiones como la de ayer, una guardia de 24h
en un servicio de urgencias, es una forma de tomar el pulso a una profesión en
un lugar concreto en una etapa concreta; y el resultado es un pulso firme y rítmico,
sin extrasístoles. Estoy orgullosa de mi equipo de ayer: de todos en conjunto, y,
uno por uno al completo, sin excepción. Poder decir esto es un magnifico regalo
que te enseña a encarar el año con otra visión. Entonces me acorde del zorro…
Nos empeñamos en
mirar al lado erróneo, las rosas equivocadas o no mirar con el corazón Y perdemos
la grandeza de lo invisible, en este caso, la grandeza de amar una profesión. Nadie
se quejó del trabajo, de sus turnos o de las salidas; al revés, cada uno asumió
su parte y parte del otro si se daba ocasión. Equipo de verdad y no solo de palabra,
todo el mundo trabajo mucho pero no se perdió la sonrisa, la camaradería, el
buen hacer y el buen humor. Y se esperó a todos para cenar…
Desaparecieron esas
barreras invisibles que en ocasiones nos separan de modo artificial y que dificultan
el entendimiento y el trabajo; todos fuimos medicos, enfermeros, residentes,
conductores de ambulancia y celadores en algún momento del dia; fuimos todos y
uno a la vez. Y el trabajo salió adelante sin sobresaltos y de modo eficaz.
Ayer no” trabajé
una Nochevieja” que es lo ven mis ojos comunes, sino que aprendí a valorar el
trabajo bien hecho por cada uno y a descubrir en lo escondido a grandes profesionales
junto a las grandes personas que se agazapan detrás, en lo invisible. Sólo hay
que aprender a mirar…
Gracias, Equipo (desde
luego, con mayúsculas)
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