En esta mañana
de Reyes, de luces y sombras, tras una noche de trabajo intenso, quizá podamos
tomar café y Roscón con SSMM los Reyes Magos de Oriente, pues ellos y nosotros
somos – junto a algunos otros- los únicos españoles despiertos y al pie del cañón.
Ahora, casi con
el alba, recogemos nuestras capas unos y batas los otros, y volvemos satisfechos
a casa; ellos a Oriente y nosotros a un punto menos lejano. Cada uno a su casa,
a su vida, a la cotidianeidad de un dia de fiesta…; la realidad es tozuda y
de ambos esperan, el común de los mortales, más de lo que en realidad necesitan.
En más ocasiones de las deseables quien más lo necesita es quien más agradece
la acción y, por el contrario, aquel menos necesitado de regalos y atención, es
aquel que más se queja.
Quizá nos sirva
de comparación nuestro trabajo en una noche de Reyes (en estos días en que se
nos advierte de los peligros de colmar todas las expectativas de los niños y su
consecuente hastío ante lo que no cuesta conseguir) con los pacientes que,
amparados por un concepto malentendido de clientelismo atroz, deben ser visitados
en cualquier momento y de cualquier afección, como si de colmar un deseo se tratase.
Regalar, como
mantenimiento de la ilusión y de la tradición es una costumbre en muchos
hogares españoles; cuando el regalo- en características, precio y adecuación a
la edad del receptor - se va de las manos y se convierte en una filosofía
consumista que se aleja del origen de la fiesta misma, la costumbre se torna en
problema.
Así también el fácil acceso a una atención
sanitaria de calidad en cualquier lugar, a cualquier hora y sin la más
mínima responsabilidad por parte del paciente en el uso de la misma, torna la
buena intención en abuso. Nosotros -sanitarios-solo tenemos deberes y ellos -pacientes- solo tienen derechos. Parece que los niños españoles no son los únicos a los
que es necesario educar.
La noche de
sorpresas y regalos, de sueños ligeros y desvelos infantiles, nos ha traído
mucho trabajo a ambos ,“Reyes y pringaos”;a ellos por intentar llenar la piel
de toro de ilusiones cumplidas en sus habitantes y a nosotros por atender a
personas preocupadas por su salud que no siempre están enfermas.
Ahora sus Majestades y el Equipo de Guardia, ambos
con mayúscula, nos vamos a dormir.
Feliz dia de
Reyes.
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